miércoles, 24 de junio de 2009

A LA MUJER INVISIBLE

Cierro mis ojos sólo por un momento,
Y el momento se ha ido
Todos mis sueños pasan enfrente de mis ojos, una curiosidad
Polvo en el viento, solo son polvo en el viento...(Kansas, "Dust in the Wind")

Vivimos rodeados de personas invisibles, -personas a las que no vemos y no se sienten vistas-, Es un mal de nuestro siglo, y frente a esta invisibilidad no deseada, cada uno se refugia en lo que puede, para no transparentarse a los demás, para sentirse alguien.

Quizás en el caso de la mujer las consecuencias son más duras por su mayor grado de sensibilidad, y la importancia que el aspecto afectivo juega en su felicidad. Pero está claro que afecta tanto a hombres como a mujeres.

La Mujer Invisible no es sólo una superheroína de los comic de los 4 Fantásticos, sino anónimas mujeres de carne y hueso, que a menudo viven una vida heróica y un ejemplo para todos de superación.

La respuesta a esa indiferencia que se sufre a medida que pasan los años, no es fácil y varía en cada caso, momento y persona; autocompasión, cinismo, amargura, resignación, activismo, fe, optimismo,... y quizás otros comportamientos a menudo mezclados.

A la mujer invisible, no la ve nadie. A la mujer invisible, el tiempo le carga de canas, y un velo de invisibilidad la envuelve por completo...

Pero, detrás de ese velo, late un corazón vivo, muy vivo. A los 40 nadie está muerto. A los 40, algunos problemas ya se han resuelto, y empiezan otros. A esa edad hay solteras, madres de bebés, niños o adolescentes. Incluso, hay madres de adultos.

Pero, todas, todas ellas, se vuelven invisibles. Las que tienen suerte, las ven sus parejas. Las demás, pasan por la vida sin que nadie se fije en ellas. Se han vuelto Señoras, sin darse cuenta. Y, aunque el espejo les devuelve una imagen juvenil, y un rostro feliz, la ferocidad de la imagen perfecta, las olvida. Las miran sus hijos, con amor. Sus hermanos, con amor. Sus padres, con amor.

Pero,... ¿Dónde se marchó el deseo? ¿En qué recóndito lugar se escondió ese brillo en la mirada de los hombres al verla pasar? La mujer invisible tiene miedo, del olvido, de la vejez, de la soledad. La mujer invisible sufre por lo que le espera, sin esperanza.

Pero, sobre todo, la mujer invisible quiere dejar de ser invisible. (nale. elpaís/talentos)

Pero, ¿Qué puede hacer una mujer invisible para demostrar que existe?

La película "Una Mujer Invisible" refleja la huida a ninguna parte de esas mujeres vacías que han perdido el sentido de sus vidas y se refugian en un caparazón del resentimiento amargo y una capa cinismo para seguir viviendo en un mundo hostil.
http://www.decine21.com/Peliculas/Una-mujer-invisible-8952


La visión opuesta es el magnífico libro "La Mujer Invisible. Cuando sólo Dios ve" de Nicole Johnson, de la mujer con los pies en el suelo y la cabeza en el cielo. La respuesta trascendente.


No hay nada como el dolor de sentirse invisible a los ojos de aquellos a nuestro alrededor. Especialmente duele cuando estamos sirviendo, dando y amando, y nadie parece notarlo, o incluso a nadie parece importarle.

Al crear "La Mujer Invisible", la autora muestra cuánto entiende sobre la dificultad de vivir con grandes responsabilidades sin recibir reconocimiento alguno.

Nos coloca dentro de la mente y del corazón de Carla Fisher. Y al recorrer la historia de Carla, experimentamos la comedia y la soledad de su vida. La individualidad que al principio se siente como algo impuesto, a la larga le da a ella una verdadera importancia y significado.

¿Alguna vez todos nos sentimos como hombres o mujeres invisibles?

Ponte en los zapatos invisibles de Carla Fisher y camina por las responsabilidades diarias que ella tiene que están borrando su vida. Descubre a través de sus ojos las grandes catedrales de Europa y los secretos divinos que sus artesanos tan dedicados pero sin nombre revelan. Y luego, junto con Carla, encuentra la belleza interna y la importancia eterna que sólo se puede encontrar viviendo una vida invisible.

Este libro excepcionalmente reflexivo y perspicaz trae un poderoso mensaje de valor personal y de esperanza a toda mujer a la que no se le ha sabido valorar en el mundo emocionalmente ciego de hoy.

Por este motivos creo que os gustará el siguiente video con el testimonio directo, divertido y sugerente, de Nicole Johnson; una auténtica mujer "invisible".



"Hoy vivo la vida así como es, bonita con su ir y venir, con sus amores y desamores, con sus ratos de marea baja, con sus puestas de sol, con su ruido incesante. Sólo quiero dejarla correr. No quiero pedirle nada. Sólo quiero tener lo que yo me busque, sólo quiero lo que yo merezca.

Por fin, hoy me doy cuenta que no soy una mujer invisible..." Testimonio de una mujer madura http://www.soymayornoviejo.com/9/405/manifiesto-una-mujer-mediana-edad.html


Acabo como empecé, con un homenaje a Kansas y su inolvidable "Dust in the Wind". Disfrútalo. Ala!, Mujer Invisible...tienes una vida por delante, una nueva juventud.



13 comentarios:

rufus dijo...

CLAP CLAP CLAP (aplausos)
Espectacular vídeo y artículo que comparto al 100% a excepción del detalle de centrarlo tanto en la mujer. El fondo no veo que sea la cuestión de que una mujer a partir de los 40 pueda sentirse como una rosa marchita por temas puramente estéticos y de atractivo. El fondo es que todos (hombres y mujeres) hacemos cosas que son ignoradas pero que las hacemos con todo el amor del mundo por nuestros seres queridos. Y estoy de acuerdo al 100% en que hacerlas nos acerca a Dios. Porque todos somos parte del uno.

ROSTAM dijo...

Hola Rufus

Clap Clap Clap, por aparecer por aquí, se te echaba de menos.

El sentido de centrarlo en la mujer es porque creo que les afecta más a ellas, y porque he utilizado el material que tenía más a mano...

...Cierto que también estamos los hombres invisibles, pero somos menos visibles y vistosos que las mujeres invisibles.

Lo importante es la necesidad de dar con la respuesta adecuada que nos ayude tanto a hombres como a mujeres...que hay vida a partir de los 40.!!

Un abrazo y ya me contarás más cosas

Isa dijo...

ALUCINANTE!!!!!
Me encantó tu entrada y desde luego pienso leerme este libro,que gran verdad esconden tus palabras,la verdad es que es duro llegar a los 40 pero si que es verdad que es cuando empieza la vida.

Un besote Mi amigo

Isa

ROSTAM dijo...

Mi amiga Isa,

Me alegra verte por aquí, y sin duda el libro te gustará.

Llegar a los 40 no es el comienzo del fin sino el comienzo de una nueva etapa en la vida que puede ser una nueva juventud más serena y consciente. Depende de cada uno disfrutar de ello.

Un besote

la reina de Ramses dijo...

¿Visibles después de los 40?. A menos que te refieras a esos anuncios estereotipados de cremas antiarrugas y todo eso, no sé muy bien a que visibilidad te estás refiriendo la verdad.

En vida de mi madre, yo solía acompañarla al medico. Recuerdo que cuando yo era niña, el doctor solía recibirnos con un: "siéntese, cuénteme ¿qué le ocurre?"; en algún momento que no puedo precisar, (probablemente siendo yo adolescente, 15 o 16 años), en las mimas visitas al médico el recibimiento cambió, ahora era un: "siéntese señora, dígame, ¿cúantos años tiene? y bastante más tarde, aparecía el ¿qué le ocurre?.

También he acompañado al médico a mi padre y jamás he observado ese comportamiento que antes he descrito.

No tengo mucha idea de cómo evoluciona el varón hacia la vejez, pero si sé que para las mujeres supone una tragedia enorme. Lo confirman las etadísticas, por cada hombre que se somete a una operación de estética hay 10 mujeres que lo hacen y las ganancias de las compañías de cosmética arrasan entre éstas con sumas multimillonarias de beneficios (aunque no vendan más que mentiras y absurdos).

El camino a la vejez es mucho más triste para nosotras que para ellos aunque todos estemos avocados a lo mismo. Y si, a partir de los 40 (yo diría que 38), dejas de ser visible para el mundo que te rodea. Quisiera recordarte, que esta sociedad "castiga" sin piedad a los "viejos", recuerda esa máxima tan de moda entre la juventud: "vive de prisa, muere joven y deja un bonito cadáver".

Mi querido Rostam, me alegra volver a leerte (eso me rejuvenece, tres mil y pico de años me han dejado en un estado lamentable, pero vamos, que ya estoy acostumbrada).

Un besazo enorme.

Sarinha dijo...

Como siempre, muy interesante y muy completa tu entrada. Hay demasiadas personas invisibles a nuestro alrededor. Un beso enorme.

ROSTAM dijo...

Mi venerada amiga, reina de Ramses.

En esto nos parecemos cada vez más hombres y mujeres. Envejecemos más bien mal, la verdad.

Estamos en un mundo de apariencias, y por eso la necesidad de cuidar la fachada externa y gastar una pasta en cremas "anti-edad" tanto para hombres como para mujeres.

Creo que la única salida para ser felices es llegar a aceptarnos como somos, y no hacer comparaciones.

Por eso hago referencia al libro de Nicole Johnson, para recuperar la visión positiva.

Lo importante es ser visibles para Dios y para las personas que nos quieren

Un besazo.

ROSTAM dijo...

Querida Sarinha,

Gracias por tu amable comentario y por desgracia es como dices.

Para no recibir el mismo trato, debemos prestar a las personas que pasan a nuestro lado.

Por desgracia, la indiferencia social, la soledad no buscada, es el castigo más cruel que sufren las personas, tanto hombres como mujeres, en nuestra sociedad que presume de ser avanzada y tolerante.

Sin caridad no hay justicia, me temo.

Muchos besos

ROSTAM dijo...

Hola Sarinha, Debo corregir

"Para no recibir el mismo trato, debemos prestar...¿? a las personas que pasan a nuestro lado."

Prestar atención. prestar algo (libros, dinero, ropa...) jejeje

Con las prisas me olvido de escribir

Otro beso

la reina de Ramses dijo...

RAMSES




En su décimo cumpleaños, mi padre recibió de su tío-abuelo Alberto, (un militar renegado del protectorado de Tetuán), un libro titulado: “magia del mundo antiguo”.

De la mano de aquel libro comenzó una pasión por Egipto que aún hoy se mantiene intacta, sin duda, es el mejor egiptólogo nada afamado que conozco y puedo asegurar que conoce centímetro a centímetro cada palmo de aquel desierto.

Cuando quiero tomarle el pelo (que es casi siempre), le digo que ha llegado a ser más árabe que los propios árabes, y es cierto, no en vano, pasó muchos años de su vida arrastrándonos a mi madre y a mi por aquel erial de piedras enormes más o menos descolocadas que es lo que a mi siempre me ha parecido.


Me desvío de la esencia de la historia que quería contarte, discúlpame.


Mi abuela paterna (que en mi niñez juraba haber vivido una infancia terrible y una guerra más terrible aún), no veía con buenos ojos aquella nueva afición de mi padre porque le restaba tiempo para hacer todo aquello que estuviera relacionado con lo que ella llamaba “ser un hombre de provecho en la vida”, pues, su concepción del mundo, se fundamentaba en tres pilares básicos: “dinero, dinero y dinero”. Normalmente, tras esta declaración de principios solía poner a parir a todo aquel al que consideraba lo que hoy llamaríamos un “nindundi” (o “Mindundi” siempre me hace dudar).

Esquivando de alguna forma la férrea vigilancia de mi abuela, mi padre recuerda que cabalgaba a lomos de aquella edición casi cada día y en aquel mundo de fantasía estableció un reino donde todavía reina, él es “Ramsés”.

Pertenecemos a una tierra en la que los sobrenombres entierran los nombres. Mi abuela no cayó en la cuenta de que también en nuestra familia podría darse el caso de tener que vivir con un mote de por vida y en su enfado, comenzó a llamar a mi padre “el Ramsés éste”. Conociéndola me consta que lo hacía de forma despectiva como un forma de mostrar a mi padre su enojo.

la reina de Ramses dijo...

Esquivando de alguna forma la férrea vigilancia de mi abuela, mi padre recuerda que cabalgaba a lomos de aquella edición casi cada día y en aquel mundo de fantasía estableció un reino donde todavía reina, él es “Ramsés”.

Pertenecemos a una tierra en la que los sobrenombres entierran los nombres. Mi abuela no cayó en la cuenta de que también en nuestra familia podría darse el caso de tener que vivir con un mote de por vida y en su enfado, comenzó a llamar a mi padre “el Ramsés éste”. Conociéndola me consta que lo hacía de forma despectiva como un forma de mostrar a mi padre su enojo.


No hubo forma de pararlo, las vecinas y amigas de la abuela comenzaron a utilizar el sobrenombre para todo: ¡eh, Ramsés! llévale esto a tu madre, ¡qué, Ramsés, ¿aún enredado con esas tumbas?, ¡Ramsés, Ramsés , ¿ya has encontrado oro arriba en la escarpada?, y..... bueno, creo que no acabaría nunca de relatarte las mofas. Muy a pesar de mi abuela que hizo un vano intento de arreglarlo, El mote quedó grabado a fuego y con el viajó mi padre desde la infancia a la adolescencia y luego a la juventud. Amigos y conocidos siguen llamándole así aunque ahora es en forma afectiva y cariñosa.

No necesitas saber mucho más porque ya puedes imaginar el resto; desde mi nacimiento para todos he sido siempre “la hija del remasés”, lo de “reina” fue un título de cosecha propia que agregó mi madre para completar el desastre. Con el paso de los años se lo he perdonado pero de niña no me hacía tanta gracia: “¿su alteza real querría recoger todos

la reina de Ramses dijo...

los juguetes que ha dejado desperdigados en la entrada” , “alteza, ¿podría usted enseñarme eso que está haciendo?”, “¿su alteza real quiere recibir un mamporro de parte de su madre si vuelve a tirar otra vez la ensalada?”, en fin, hasta su prematura muerte, mi madre no dejó de recordarme que “las reinas” tienen que ser además personas y buenas personas si es posible. Ni Ramsés ni yo hemos superado su ausencia.

quería contártelo porque entre mis muchos defectos no está incluida la vanidad. El nombre no fue elegido al azar para postear en “20 minutos”, ni para rubricar mis pobres escritos, existe y es real, para todos los míos yo soy “la reina”, algunos de mis amigos y conocidos se verían en un aprieto si alguien les preguntase por mi verdadero nombre.

Cambiando de tema, anteayer, cenando, Ramsés me preguntó si tenía algún interés en el “Ararat” así que deduzco que también entra y sale de tu blog a mis espaldas, no se lo he dicho para fastidiarle pero me alegra que también comparta conmigo interés por lo que escribes.

Debería decir que lamento haber abusado de tu tiempo y de tu confianza, pero no lo haré porque en el fondo no lo siento nada de nada, de alguna manera, ya te considero obligado a escucharme (eso debe de formar parte del poder omnímodo que corresponde a mi rango, ja, ja).

En serio querido amigo, regreso a India y llevo conmigo todas tus recomendaciones sobre lectura hablaremos a mi vuelta.

Vigílame a Moonk de cerca, no quiero que me la machaquen demasiado que a ella le debo de una parte mi “omnipresencia” constante en el foro aunque no esté ni siquiera en el país y de otra, tenerte como referente para muchas cosas, amén de que cree a pie juntillas que tú y yo somos la misma persona. De no haber estado peleándome con ella nunca me habría fijado en ti; ¿recuerdas?, te pregunté si eras un “talibán armado”, “no”, dijiste, “es un sitar reina”.

Respecto de Moriarty, dejo en tus manos mi defensa (a sable y mandoble si es preciso), me acusa de falsaria e inculta y, estando segura de que no sé demasiado de casi nada, a veces tengo dificultades para hacerle entender que me inspira un gran desprecio y eso impide que establezcamos una línea de comunicación normal al margen de la política.



¡Hasta la vuelta amigo mío!, un beso enorme (y real).

(La reina de Rostam).

ROSTAM dijo...

Mi reina compartida con Ramses,

No me di cuenta que me habías dejado tu maravilloso relato en esta entrada, que desde luego es más adecuada...pero te he contestado en mi post "Compréndeme, hombre" que, por cierto, también tiene relación con las dificultades de comunicación...

Te habrá extrañado que no te hubiera contestado, aunque verdaderamente, no me atrevía a hacer un comentario a algo tan bello, como me has dejado.

Quiero que saques un buen "pasaje a la India" y luego me cuentes con detalle. Te estaré aguardando y tendré atados a Moonk y a Moriarty.

Si quieres escríbime a rostamazadi@gmail.com y te enviaré una invitación para que me veas en facebook con mi verdadera identidad. También te contaré una bonita historia

Buen viaje y recuerda que te espero