

Una tarde un famoso banquero iba en su limusina cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped.
Preocupado, ordenó a su chofer detenerse y bajó a investigar.
Le preguntó a uno de ellos:
- ¿Por qué están comiéndose el césped?
- No tenemos dinero para comida. - dijo el pobre hombre - Por eso tenemos que comer césped.
- Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré - dijo el banquero.
- Gracias, pero tengo esposa y dos hijos conmigo. Están allí, debajo de aquél árbol.
-Que vengan también,- dijo nuevamente el banquero.
Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:
- Ud. también puede venir.
El hombre, con una voz lastimosa dijo:
- Pero, Sr., yo también tengo esposa y seis hijos conmigo!
- Pues que vengan también. - respondió el banquero.
Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo:
- Sr., es usted muy bueno. Muchas gracias por llevarnos a todos!!!
El banquero le contestó: -¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo!.
Les va a encantar mi casa.... ¡El césped está como de veinte centímetros de alto!
Moraleja:
Cuando creas que un banquero te está ayudando, piénsalo dos veces.
Es muy improbable que un banco se apiade de ti si andas necesitado. Estamos en una sociedad que si debes cien mil euros tienes un problema, pero si debes cien millones de euros tienen un problema, el resto de la gente.
Y para comprender lo que nos ha pasado en el hiperconsumista mundo occidental nada mejor que un vídeo explicativo. El paso súbito de la idolatrada sociedad del bienestar a la sociedad del malestar... El final del capitalismo salvaje?
Y mientras, los Gobiernos "inyectan" increibles sumas de dinero (de dinero público) a los Bancos, hasta la fecha más preocupados de sus ingresos millonarios, y no demasiado sensibles a las necesidades sociales, como parte de su responsabilidad empresarial.
Y sin embargo esos mismos gobernantes regatean cualquier ayuda a la Iglesia, o ponen mala cara cuando los católicos señalamos la X de nuestros impuestos para el sostenimiento de la iglesia, porque nos parece una forma eficaz y razonable de usar ese dinero.
Antes de hablar deberíamos conocer la realidad, para agradecer lo que estas personas hacen en todo el mundo. El dinero público muchas veces se malgasta entre asociaciones amigas y empresas afines ideológicamente, con unos resultados bastante discutibles. Esto debe cambiar a partir de ahora, que se ha descubierto el pastel
¿Quién hace algo por los más necesitados? Esta es la cuestión

Como consecuencia de la crisis económica, Los servicios de acogida y atención primaria de Cáritas repartidos por toda España han registrado en el primer semestre del año un incremento de demandas de ayuda económica superior al 40 por ciento, que se estima que será del 50 por ciento al finalizar 2008.
Según esa encuesta, entre las personas que están solicitando más ayudas figuran las mujeres solas con cargas familiares, los parados mayores de 40 años con baja cualificación profesional, las familias jóvenes con hijos de corta edad y las mujeres inmigrantes que buscan empleo por primera vez al quedarse sus maridos en paro, es decir el sector socialmente más vulnerable y desasistido.
En los momentos difíciles, cómo se refleja en la estupenda película "Crash",
http://www.decine21.com/Peliculas/Crash-477.asp?id=477 es cuando las personas damos lo mejor (o lo peor) de uno mismo. La Iglesia, a través de su inmensa y discreta obra social, siempre está atendiendo a los más desfavorecidos, sin esperar el reconocimiento que en justicia se merece.
La Obra social de la Iglesia en cifras: Más de 31.000 millones de euros; unos 51,9 billones, con b, de pesetas. Semejante cifra no es el premio de lotería más grande del mundo ni el presupuesto de Defensa de EE UU. Es la cifra que tendría que costear el Estado español para sustituir la labor social que realiza la Iglesia. Levantar sus colegios y hospitales, atender a los enfermos, ancianos, marginados, niños e indigentes, mantener las instalaciones... toda una red de actuaciones que se sostiene gracias a la esmerada y silenciosa labor de los católicos. Nada que ver con la «sobrefinanciación» que comentó el ministro de Trabajo.
http://www.caritas.org/Estos momentos de cambio son una ocasión de arrimar el hombro, de ser solidarios, de no dejar a nadie solo, de auxiliar a las víctimas abandonadas por la riada del estado del bienestar.