lunes, 21 de septiembre de 2009

EN BUSCA DE LOS BROTES PERDIDOS



Ya asistimos en su día a la caída del muro comunista y ahora asistimos a la caída del muro capitalista. Dos concepciones antipersona que aunque, experiencias traumáticas, también son necesarias y esperanzadoras para reflexionar sobre la sociedad en la que queremos vivir en el futuro.

Las raíces de la crisis que sufrimos se encuentran en la voracidad salvaje de tiburones financieros y constructores, la especulación, la ceguera y fallo de los sistemas de control de los poderes públicos y el entusiasmo consumista de millones de criaturas indefensas.

Pero en el fondo de todo, el cáncer de la opulenta sociedad occidental ha sido la avaricia desenfrenada y el olvido de la ética de los negocios. Manifestación del individualismo capitalista liberal que deja en la cuneta al débil.

Y es que el poderoso casi siempre se olvida que su poder es prestado y no puede pisotear al individuo impunemente.

¿Pero, Dónde encontraremos los esperanzadores brotes perdidos?

La actual crisis económica ha dejado al desnudo la carencia de de principios éticos en el mundo de los negocios y la economía en general. Tan inhumano es el comunismo como el capitalismo radical que siempre perjudican a los más débiles. La falta de Ética tiene unas consecuencias muy destructivas...

¿Pero qué etica necesitamos? La última encíclica del pasado julio de Benedicto XVI, Caritas in veritate, ofrece una perspectiva que va más allá de recetillas y de los típicos enfoques que a menudo predominan en este campo. Es muy recomendable leerla para conocer el diagnóstico, criterios y soluciones que propone la Iglesia para la sociedad del Siglo XXI aparentemente tan desarrollada. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20090629_caritas-in-veritate_sp.html

A continuación una bonita historia moderadamente anticapitalista...

Una tarde un famoso banquero iba en su limusina cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped.

Preocupado, ordenó a su chofer detenerse y bajó a investigar.
Le preguntó a uno de ellos:
- ¿Por qué están comiéndose el césped?
- No tenemos dinero para comida. - dijo el pobre hombre - Por eso tenemos que comer césped.
- Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré - dijo el banquero.
- Gracias, pero tengo esposa y dos hijos conmigo. Están allí, debajo de aquél árbol.
-Que vengan también,- dijo nuevamente el banquero.
Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:
- Ud. también puede venir.
El hombre, con una voz lastimosa dijo:
- Pero, Sr., yo también tengo esposa y seis hijos conmigo!
- Pues que vengan también. - respondió el banquero.

Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo:
- Sr., es usted muy bueno. Muchas gracias por llevarnos a todos!!!
El banquero le contestó: -¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo!.
Les va a encantar mi casa.... ¡El césped está como de veinte centímetros de alto!


Moraleja:
Cuando creas que un banquero te está ayudando, piénsalo dos veces.

Es muy improbable que un banco se apiade de ti si andas necesitado. Estamos en una sociedad que si debes cien mil euros tienes un problema, pero si debes cien millones de euros tienen un problema y te invitan a comer y al fútbol




La verdad es que, salvo los previsibles ataques de envidia. el problema no es que haya ricos. Mejor para ellos. Lo grave e inaceptable es que haya pobres.

Leí una vez que "rico no es el que más tiene sino el que menos necesita", pero no se puede consentir son las enormes diferencias sociales que presenciamos, los sueldos astronómicos de los famosos y famosillos, en comparación con familias que ho llegan a fin de mes

El club de la miseria. Paul Collier Un interesante libro que analiza sistemáticamente las razones por las que los países pobres no logran salir de su pobreza. Es fantástico que haya países ricos, muy ricos, pero es inmoral que mientras tanto haya países que, por las razones que sean, no consiguen levantar cabeza ante la pasividad del resto de países.


Ya sabéis que hace algún tiempo, la O.N.U. fracasó en su intento de hacer una encuesta mundial con la siguiente pregunta:

- "Disculpe, ¿qué opina usted de la escasez de alimentos que afecta al mundo?"

Los motivos del fracaso fueron relacionados con dificultades de comprensión en las diferentes regiones del mundo, así:

En Europa occidental nadie entendía qué era "escasez".
En Asia nadie entendía qué significaba "opina".
En África nadie entendía qué eran "alimentos".
En EEUU nadie comprendía qué es "afecta al mundo".
Y en Argentina nadie entendía qué era "disculpe".




Bromas aparte. lo que es evidente es que entramos en otra etapa, y algo necesariamente va a cambiar, confiemos que para bien...

Quizás estas dificultades permiten una renovación espiritual de la sociedad, un cambio del sentido de la vida que permita valorar a las personas por lo que son, no por lo que tienen. Y una mayor responsabilidad empresarial y social.

Entre todos podemos conseguir un mundo más justo y solidario. Posiblemente esos serán los verdaderos brotes.

2 comentarios:

M. Domínguez Senra dijo...

Retomando tu última frase: ¡Ojalá! Y espero tal cosa, aunque se suele decir que la miseria (sea la material o la espiritual) trae miseria. Solo por eso, que no es poco, ya hay que rezar.
Un beso, Rostam, hombre.

ROSTAM dijo...

Querida Aaoiue,

Cierto que a menudo la miseria trae más miseria, aunque por otra parte, creo que el peor enemigo es la desesperanza y la soledad.

La actitud ante la miseria depende de cada uno de nosotros, y por eso es tan necesario la búsqueda personal de valores éticos objetivos como propone el Papa, y en consecuencia asumir un comportamiento responsable social a todos los niveles.

Besote